Capítulo 2
El mercado
En una amplia habitación, en forma circular se
encontraba en el centro una gran mesa, justo encima había como una especie de
pantalla holográfica que mostraba una serie de nombres, un número y una
descripción. Según me informé de esto, hace unos cuantos años atrás,
supuestamente era una tabla con nombre de personas, la edad que tenían y las causas
de sus muertes. Por ejemplo Pedro Ramírez 69 años, infarto al corazón.
Ahora que tenéis más o menos una idea, pensar que
en esa pantalla ponía el nombre de miles de personas.
En aquella sala circula había una gran cantidad de
personas hablando, o mirando la pantalla. Justo debajo de la pantalla
holográfica, como había dicho había como una especie de mesa, pero más bien era
como una barra donde había unos camareros bastante educados. Algunos del
público formaban filas alrededor de la barra para poder hablar con ellos.
Había una persona en especial, en todo aquel lugar
que vestía bastante simplón respecto a los demás. Era un hombre de unos
cuarenta años o más. El pelo le llegaba hasta la nuca, no lo tenía muy cuidado,
pero su mayor característica era este, pero era de un color blanco cegador.
Tenía un poco de barba, la llamada barba de los tres días, también de color
blanco. Estaba apoyado en la pared mirando la pantalla holográfica leyendo los
nombres, mientras en sus manos sujetaba un bastón, bastante deteriorado.
El hombre bostezó y se estiró. No parecía tener
muchos modales, porque el resto de aquellas personas iban muy elegantes y
cuidaban sus formas.
Se iba a marchar por una de las cuatro puertas, Tan
grandes que casi podían caber por ella cinco aviones juntos. Pero entonces
alguien le detuvo.
-
¡Quieto ahí!
Él puso mala cara y comenzó alborotarse el pelo con una de
sus manos. Y con un tono de desgana y cansado dijo.
-
¿Qué demonios quieres? Ya sabes que yo no
participo en estas tonterías.
Apareció una mujer con una gran falda hecho por plumas
negras y que iba arrastrando por el suelo, no llevaba nada en la parte
superior, tan solo una bufanda hecha con piel de oso negro y le cubría lo justo
sus partes íntimas, casi se podría decir que no llevaba nada puesto. Era una
mujer joven, de pelo negro, con los ojos de color rojo como el rubí. En el
hombro izquierdo llevaba un cuervo que no dejaba de mirar al hombre que trataba
de marcharse.
-
Morrigan… estoy cansado… déjame marcharme-
Suplicó el hombre sin darse la vuelta.
-
Deja las escusas. No sabes cuánto tiempo he
trabajado para recolectarlos.
El hombre se dio la vuelta y suspiró.
-
No quiero ningún siervo. No voy a volver.
-
Por lo menos quédate a ver el juego. Hazlo por mí.
-
¿En serio, por ti?-Dijo mosqueado el hombre
La mujer hizo una sonrisa picaresca. Y luego le dijo
-
Hay algunos muy interesantes, incluso a ti te
llamarían la atención. Se dio la vuelta y se fue a marchar, mientras decía.-
Pero te recomiendo que te vayas a casa, aquí no queremos a la gente cansada
jajaja.
El hombre se volvió a rascar la cabeza y con un gesto de enfado se
volvió apoyar en la pared.
-
Por cierto. Esto es tuyo.- Le dijo la joven
mientras le lanzaba una moneda.
El hombre la cogió con la mano y la miró. En la moneda
estaba inscrito el número 82.
-
Es mi pequeño obsequio, para mostrarte
agradecimiento.-Dijo la mujer mientras seguía alejándose.
-
Morrigan… Aunque pase el primero o último, no
pienso aceptarlo. ¡Nunca volveré!-
-
Entiendo, pero por si acaso no tires la moneda.
Nunca se sabe.
me gusta sigue asi
ResponderEliminarPrimero. ¡Gracias por comentar!
ResponderEliminarSegundo me alegro de que te guste. Trataré de seguir mejorando y crear una gran historia.
Creo que ya tienes a tu primera lectora fiel. Continua.
ResponderEliminarBueno ya me engancharse . espero saber el itinerario de tu trabajo para no atormentarme con la espera :3
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarTrataré de subir un nuevo capitulo todos los lunes o domingos. Dependiendo del trabajo que tenga en la semana. Pero vamos como muy tarde el lunes.
Hoy, creo que por la noche, subiré el capítulo 3.